Decidí volver a Rosario. Ahora que Pablo ya
nació y está a salvo, puedo regresar a mi casa. Tengo todo el viaje para
maquinar una excusa lo suficientemente convincente que sirva para justificar
una ausencia de nueve meses.
No estoy regresando por gusto o porque
sintiera la necesidad de hacerlo. No, no importa la Orden ni mi familia, no me
importa nada que pudiera estar ligado a quién soy. Si vuelvo es porque deseo
proteger a Pablo y a Mariano también. Debo ocultarle a la Orden que ambos
existen, debo desviarlos cada vez que estén cerca. Y debo proteger a ambos de
los Arcángeles. Es por eso que vuelvo, para proteger lo único que en realidad
me importa, a pesar de que ya no los tenga.