Tuesday, November 6, 2012

12 de Octubre de 1978


Hablé con Mariano. Creí que era preferible eso a hacerlo con mi padre. No quiero ni pensar en cuál sería su reacción si supiese la verdad sobre Mariano. Y más aún, la verdad sobre qué hicieron los Arcángeles durante el ritual.
Lo más sorprendente es que Mariano sabía todo. Siempre supo su origen. Siempre supo sobre las dos Órdenes. En parte, eso es bueno. Me ahorró el trabajo de tener que relatarle toda la historia y además aceptó bastante bien que fuera parte de una de ellas.
Me dijo que su madre lo dejó en un hogar adoptivo, para protegerlo de la guerra. Lo abandonó con una carta, una carta que le debería ser entregada cuando cumpliera la mayoría de edad. Una carta que le contaba toda la verdad, sumado a un consejo: “Corré”. Me dijo que no dudó en obedecer la sugerencia. Simplemente tomó todas sus cosas y una noche desapareció, sin dejar direcciones ni ningún otro dato. Creyó que para conseguir un futuro, debía abandonar su pasado.
No puedo juzgarlo, no me animo ni quiero hacerlo. Después de todo, ¿quién soy yo para criticarlo? No estoy mucho más segura de querer pertenecer a este infierno. Ninguno de los dos escogimos esta realidad.

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