Tuesday, November 6, 2012

3 de Agosto de 1978


Luego de tanto debatir y debatir, me di cuenta de que en realidad deseaba volver a la facultad. Así que aproveché el cambio de cuatrimestre para reincorporarme a mis estudios. Debo reconocer que volver a ver a mis amigas nuevamente y sentir que el tiempo no había pasado, se sintió muy gratificante. Pero, de todas formas eso no fue lo más importante. Mierda, me siento como una adolescente de sólo pensarlo. Pero de nada sirve no escribirlo; va a seguir en mi cabeza, después de todo. El punto es que no puedo dejar de pensar en Mariano Guerrico, un nuevo compañero que se integró a la clase conjuntamente con mi regreso. Y ahora que veo escrita esta última oración, me siento todavía más boluda. Quizás no deba olvidar mi edad y el modo en el que debo comportarme. Además, es muy ridículo no parar de pensar en alguien con quien apenas intercambié unas cuantas palabras. Si mi padre leyera esta confesión, no dudaría en cagarme a pedos por ser tan infantil. Se supone que un miembro de la Orden debe tener sus pensamientos claros y libres de distracciones.

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