Luego de tanto debatir y debatir, me di
cuenta de que en realidad deseaba volver a la facultad. Así que aproveché el
cambio de cuatrimestre para reincorporarme a mis estudios. Debo reconocer que
volver a ver a mis amigas nuevamente y sentir que el tiempo no había pasado, se
sintió muy gratificante. Pero, de todas formas eso no fue lo más importante.
Mierda, me siento como una adolescente de sólo pensarlo. Pero de nada sirve no
escribirlo; va a seguir en mi cabeza, después de todo. El punto es que no puedo
dejar de pensar en Mariano Guerrico, un nuevo compañero que se integró a la
clase conjuntamente con mi regreso. Y ahora que veo escrita esta última
oración, me siento todavía más boluda. Quizás no deba olvidar mi edad y el modo
en el que debo comportarme. Además, es muy ridículo no parar de pensar en
alguien con quien apenas intercambié unas cuantas palabras. Si mi padre leyera
esta confesión, no dudaría en cagarme a pedos por ser tan infantil. Se supone
que un miembro de la Orden debe tener sus pensamientos claros y libres de
distracciones.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
0 comments:
Post a Comment