Tuesday, November 6, 2012

10 de Agosto de 1978


Hoy por primera vez, conocí a más miembros de la Orden, además de mi padre, mi tío y Laura. El tío Félix me llevó a practicar tiro al blanco. Ya era hora de que me enseñaran algo de verdad importante. No dudo de la relevancia de correr, pero es mucho más serio el asunto del arma. Allí, en el campo de tiro al blanco, una propiedad clandestina de la Orden, conocí a Lautaro y a Clara. Parecen buena gente. Deben serlo. La Orden no acepta a cualquier clase de miembros.
Resulta que disparar no es tan difícil como yo pensaba. Es todo cuestión de automaticidad. Una vez que memorizás el mecanismo, sólo es cuestión de tener suerte. Según el tío, bastante suerte. Porque dice que la cosa se complica cuando está tu vida de por medio, cuando apretar el gatillo un segundo más tarde, te puedo costar muy caro.
No fue hasta que me dijo eso, que pensé en mi propia vida. En qué pasaría con ella ahora, en qué pasaría con ella en el futuro. ¿Vale la pena preocuparme por cosas como la facultad, un título universitario o por formar una buena reputación en el trabajo? Quizás va siendo hora de admitir que las cosas cambiaron. Y que lo hicieron para siempre. Va siendo hora de admitir que no soy una mujer común y corriente.

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