Tuesday, November 6, 2012 0 comments

5 de Agosto de 1979


Decidí volver a Rosario. Ahora que Pablo ya nació y está a salvo, puedo regresar a mi casa. Tengo todo el viaje para maquinar una excusa lo suficientemente convincente que sirva para justificar una ausencia de nueve meses.
No estoy regresando por gusto o porque sintiera la necesidad de hacerlo. No, no importa la Orden ni mi familia, no me importa nada que pudiera estar ligado a quién soy. Si vuelvo es porque deseo proteger a Pablo y a Mariano también. Debo ocultarle a la Orden que ambos existen, debo desviarlos cada vez que estén cerca. Y debo proteger a ambos de los Arcángeles. Es por eso que vuelvo, para proteger lo único que en realidad me importa, a pesar de que ya no los tenga.
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3 de Agosto de 1979


Entendí a Lidia, entendí lo difícil que fue para ella tomar la decisión que tomó. Entiendo lo difícil que es abandonar a un hijo. Quizás jamás lo sepa, y si lo sabe quizás jamás lo comprenda. ¿Por qué habría de comprenderlo? No hay excusa que valga para dejar a un hijo, no hay nada que justifique desprenderte de lo más preciado que te da la vida. Siempre creí que cuando fuera madre, no sé, mi hijo me iba a dar el aliento y las ganas de vivir. Hoy descubrí que no soy capaz de darle ni siquiera un último abrazo.
Mis padres no van a conocer a su nieto. Mi hijo no va a conocer a sus padres.
Es lo mejor, sin importar cuánto me pudiera llegar a odiar a mi misma por esta decisión o cuánto me pudiera llegar a odiar él por haberlo dejado en la puerta de una casa cualquiera… Tengo que entender que es lo mejor.
Y como si fuera a llenar algo del enorme vacío que siento en el pecho, le dejé un sobre con dinero y una carta. No cometí el error que cometió Lidia de contarle la verdad. No, mi hijo no debe saberla. Sólo le pedí algo a las personas que habitan esa casa, las mismas personas que hoy deben estar intentando caer en la cuenta de que, sin siquiera pensarlo, son padres. Sé que van a serlo, los estuve observando y sé que no van a dejar que nada le pase a mi hijo. Les pedí que lo nombraran como siempre quise nombrar a mi hijo. Les pedí que lo nombraran Pablo.
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31 de Julio de 1979


Soy mamá. Sujetar a mi propio hijo entre mis brazos es algo imposible de expresar en palabras. Quizás ni siquiera deba malgastar mi tiempo en intentar hacerlo.
Tiene los mismos rasgos que su padre, es casi como su vivo reflejo. Incluso tiene la misma marca en el mismo hombro. La misma Cruz marcada a fuego, marcando su destino, maldiciéndolo.
Sé que debo hacer algo, sé que debo tomar una decisión, sé que no puedo dejar esto al azar.
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14 de Abril de 1979


No sé cómo están mis padres, no sé cómo siguió la Orden luego de que me fui, no sé cuáles fueron las consecuencias de que los Arcángeles hagan el ritual con sólo un heredero. No tengo idea de cómo está Mariano. Se cumplió el segundo trimestre de mi embarazo.
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3 de Enero de 1979


Ya cumplí el primer trimestre de embarazo. Me acostumbré a Agua Escondida y Agua Escondida se acostumbró a mí. Quizás en cierta forma, comenzaba a necesitar esa clase de respiro que sólo un pueblo así te puede ofrecer. Lidia me está ayudando con el embarazo. Siente que está en deuda conmigo por haber salvado a Mariano y además parece bastante a gusto con la idea de ser abuela. No puedo negarme a que me den una mano; no puedo afrontar completamente sola esta situación.
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30 de Octubre de 1978


Decidí tener mi hijo aquí, en Agua Escondida. Lejos de los Arcángeles, lejos de los Peregrinos. Lejos de toda esta mierda. Mi padre no tiene que saber sobre mi embarazo, ni él ni nadie. Como así tampoco deben saber sobre Mariano. Hoy por fin pude responder esa pregunta que me hice cuando todo esto apenas comenzaba. Hoy pude darme cuenta de que no tengo más opción que dejar atrás mi propia vida y empezar una nueva. No sé cómo, pero debo comenzar a pensar de otro modo, debo encontrar la forma de salir adelante desprendiéndome de mi pasado.
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28 de Octubre de 1978


Las nauseas no fueron por el viaje ni por el encierro del colectivo. Estoy embarazada… Estoy esperando un hijo de Mariano…
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27 de Octubre de 1978


Encontré a Lidia Suarez. Intentó hacerse la desentendida cuando la reconocí, pero no permití que se me escapara. No podía permitir que lo hiciera. Debí presentarme con mi verdadera identidad, para ganarme su confianza; aún a riesgo de que pudiera llegar a asustarse. Por el contrario, lo tomó con suma naturalidad. No anduve con rodeos.
Le dije que conocía a Mariano Guerrico. Lo primero que atinó a preguntarme fue si todavía seguía con vida. Mi respuesta fue positiva y también le dije que ahora estaba a salvo, lejos de las Órdenes. Aproveché para contarle que me parecía muy extraño que Mariano siguiera con vida, ya que los Arcángeles habían llevado a cabo un ritual con el Santo Grial y la sangre de un heredero.
Allí el semblante de la mujer cambió por completo. Jamás vi a alguien empalidecer tan de repente. Rompió en llanto frente a mí y no supe cómo reaccionar. No soy buena consolando a la gente. Quizás fui muy brusca, pero sentí la necesidad de preguntarle qué era lo que le pasaba, qué sabía ella que no sabía yo.
Lidia me respondió algo que quizás, muy en el fondo, yo ya sabía. Me dijo que el día que dio a luz, no dio a luz sólo a Mariano. Me dijo que en realidad, había tenido mellizos. Dos herederos… dos fuentes de sangre.
Ahí lo entendí todo, los Arcángeles habían llevado a cabo el ritual con la sangre del hermano mellizo de Mariano. El ritual es claro, toda la sangre del heredero vertida dentro del Grial y hasta la última gota debe ser consumida. Los Arcángeles no tomaron la sangre de todo el heredero, porque los herederos son dos.
¡El ritual no debería haber funcionado!
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25 de Octubre de 1978


Llegue a Agua Escondida. Es un pueblo chico, apenas 250 habitantes. No va a ser difícil encontrar a Lidia aquí. Aunque sería mucho más fácil si lograra recomponerme de mis nauseas. No recordaba que fuera tan sensible al encierro de los colectivos.
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24 de Octubre de 1978


Ya estoy en Mendoza. Según mi información, Lidia Suarez está parando en Agua Escondida. Voy a viajar por la mañana. No me estoy sintiendo muy bien. Debe ser por el viaje. Prefiero descansar bien esta noche y una vez que me recomponga, parto para Agua Escondida.

Me pregunto si Mariano se habrá podido instalar sin problemas, me pregunto si habrá conseguido adaptarse. No quiero ni pensar en cuánto tiempo le queda antes de que las Órdenes descubran quién es.
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22 de Octubre de 1978


Tengo una pista. Al parecer, Lidia Suarez está viviendo en Mendoza hace unos veinticuatro años. Debo viajar cuanto antes allí. Es la única que puede solucionar mis dudas. Ahora sólo debo pensar una excusa para decirles a mis padres. De todas formas, mucho no importa lo que puedan llegar a pensar.
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20 de Octubre de 1978


Inicié una búsqueda sobre Lidia Suarez. Parece que como si a la mujer se la hubiese tragado la tierra. Tengo que encontrarla, necesito hablar con ella. Necesito que me diga la verdad sobre Mariano.
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14 de Octubre de 1978


Pasé a buscar a Mariano por su casa, en el horario en el que debería haber estado en la facultad. Así mi padre no me pediría explicaciones sobre mi paradero. Sabía que de algo iba a servirme la facultad, al menos como coartada.
Llevé a Mariano hasta la estación de micros Mariano Moreno. Le dije que viaje al sur, que desaparezca en el fin del mundo. Le prometí que no diría nada, que su secreto estaba a salvo conmigo. Y así va a ser. Ni mi padre ni nadie más deben saber su legado.
Darle ese último beso fue lo más difícil que hice en mi vida. Todavía me cuesta creer lo mucho que logré amarlo, en tan poco tiempo.
Unos minutos antes de que suba al micro y se fuera para no verlo jamás, le pregunté por su madre, le pedí su nombre. No quiso saber el motivo de mi interés. Me observó fijamente, con un aire de súplica o de nostalgia. “Lidia Suarez”, me dijo antes de que se perdiera en el oscuro interior del autobús.
Vi cómo el micro se alejaba de mí, lo vi irse y vi cómo mi futuro también se iba. Pensé en el error que podría estar cometiendo, pero no me importó. Esa fue la última vez que vi a Mariano.
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13 de Octubre de 1978


Mariano me pidió que lo ayudara a huir, me pidió que no le dijera a nadie sobre su existencia. Y voy a ayudarlo. Al menos él tiene la posibilidad de escapar, él puede forjarse otro destino. Hasta el momento, nadie supo que existía. Ni los Arcángeles ni los Peregrinos. No voy a ser yo la responsable de que eso cambie. Voy a sacarlo de acá.
Pero primero debo averiguar qué pasó la noche del ritual, qué sangre usaron los Arcángeles en el Santo Grial. Debo saber el nombre de la madre de Mariano, debo hablar con ella. Ella es la única que puede resolver mis dudas.
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12 de Octubre de 1978


Hablé con Mariano. Creí que era preferible eso a hacerlo con mi padre. No quiero ni pensar en cuál sería su reacción si supiese la verdad sobre Mariano. Y más aún, la verdad sobre qué hicieron los Arcángeles durante el ritual.
Lo más sorprendente es que Mariano sabía todo. Siempre supo su origen. Siempre supo sobre las dos Órdenes. En parte, eso es bueno. Me ahorró el trabajo de tener que relatarle toda la historia y además aceptó bastante bien que fuera parte de una de ellas.
Me dijo que su madre lo dejó en un hogar adoptivo, para protegerlo de la guerra. Lo abandonó con una carta, una carta que le debería ser entregada cuando cumpliera la mayoría de edad. Una carta que le contaba toda la verdad, sumado a un consejo: “Corré”. Me dijo que no dudó en obedecer la sugerencia. Simplemente tomó todas sus cosas y una noche desapareció, sin dejar direcciones ni ningún otro dato. Creyó que para conseguir un futuro, debía abandonar su pasado.
No puedo juzgarlo, no me animo ni quiero hacerlo. Después de todo, ¿quién soy yo para criticarlo? No estoy mucho más segura de querer pertenecer a este infierno. Ninguno de los dos escogimos esta realidad.
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11 de Octubre de 1978


Procuré no ver a Mariano hoy. Le puse una excusa, no de las mejores, pero por lo menos sirvió para convencerlo. No puedo verlo a los ojos, no quiero verlo, al menos no por ahora. No hasta no saber qué debo hacer. No sé si decirle quién soy yo, si decirle quién es él, si hablar con mi padre o… O simplemente dispararle y que todo termine con él. Así la guerra habrá acabo. Así ya no habrá herederos de la sangre de Simón. ¿Por qué trato de engañarme? No podría dispararle a Mariano, jamás.
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10 de Octubre de 1978


Hoy Mariano y yo hicimos el amor por primera vez. Debería sentirme bien, debería ser feliz. Pero no puedo dejar de pensar, por más esfuerzo que ponga, en quién es Mariano en realidad. Vi la marca, la vi con mis ojos. La misma cruz que Laura me mostró el día que me explicó lo del Santo Grial. La misma marca grabada a fuego en su hombro. Mariano es el heredero de Simón, Mariano es la clave. Pero, si Mariano es el descendiente de Simón… ¿qué sangre usaron los Arcángeles durante el ritual?
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4 de Octubre de 1978


Mariano es el único que logra sacarme una sonrisa en medio de esta guerra. Porque eso es. Una guerra. Y soy parte de ella, lo quiera o no. Quizás ya no esté tan entusiasmada con todo esto de la Orden, quizás quiera recuperar mi vida y dejar de lado todo esto.
Ni siquiera puedo decirle a Mariano todo esto. No quiero ni imaginar cómo reaccionaría si le contara la verdad que encierra mi familia. Cualquier persona con dos dedos de frente, saldría corriendo si su novia le dice que es miembro de una Orden Secreta que tiene por finalidad salvar al mundo. Esas cosas sólo existen en las películas. Bueno, o deberían existir sólo ahí.
No sé cómo seguir…
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30 de Septiembre de 1978


Fallamos… Los Arcángeles no sólo consiguieron todas las piezas del rompecabezas, sino que además lograron concretar el ritual. La Orden del Peregrino fracasó. Todo por lo que nuestros antepasados lucharon, todo por lo que Simón luchó. Y simplemente lo arruinamos todo en un abrir y cerrar de ojos.
Todavía no caigo. Todavía no puedo creerlo. No sé cómo… ¿Cómo se sigue? ¿Cómo doy el siguiente paso, sabiendo que las cosas ya no van a ser igual? No puedo sacarme de la cabeza la imagen de mi tío muriendo en los brazos de mi padre. Tanta muerte, tanto odio. Todo se convirtió en un infierno en un abrir y cerrar de ojos. Cuando quise darme cuenta, ya habíamos perdido. Ya habíamos caído. Y el saldo… todos los muertos.
Sigo viva, eso es algo. ¿Sigo viva? ¿Sigo siendo Amelia Raneri? ¿O Amelia también murió en esa emboscada? ¿Quién soy ahora? ¿Quién es esta persona que no vacila en disparar para salvar su propia vida? ¿Quién es esta persona que debe seguir adelante sin importar los que quedaron en el camino?
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27 de Septiembre de 1978


Mi padre nos citó a todos los miembros de la Orden. Nos reunió en la fábrica abandonada. Resulta que es una especie de cuartel para la Orden o al menos un lugar regular en el que se pueden llevar a cabo reuniones. El motivo de la convocatoria fue que descubrieron que los Arcángeles encontraron el Santo Grial. Y ahora están detrás de la sangre del heredero. Eso, sumado a que se acerca la fecha del eclipse, hace de esta misión una misión urgente. No contamos con mucho tiempo, debemos apresurarnos, correr contra el reloj. Increíble que mi primera misión tenga tanta complejidad. Sólo espero estar a la altura de mis compañeros.
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15 de Septiembre de 1978


Es perfecto. Desde que llegó a mi casa a buscarme, hasta que me trajo de vuelta, todo fue perfecto. No puedo creer que sea tan… ¿perfecto? Está bien, lo admito, estoy enamorada. En poco más de un mes, me enamoré. 
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13 de Septiembre de 1978


Hoy hice un completo papelón en la práctica de tiro. No logré concentrarme en lo que estaba haciendo. No me sorprendería que el tío se sintiera arrepentido de haber destacado mi desempeño. Bueno, ¿qué importa? El sábado salgo con Mariano.
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11 de Septiembre de 1978


¡Mariano me invitó a salir! No puedo creer que me haya invitado a salir. Todavía no caigo. No sé, fue todo tan de repente. Repito el momento una y otra vez en mi cabeza. Incluso no pude disimular la felicidad durante la cena. Por suerte, mi madre cambió de tema cuando mi padre me preguntó al respecto. No hubiese sabido responder. Ah, que ridícula me siento.
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7 de Septiembre de 1978


Durante la práctica de tiro al blanco, mi tío me dijo que soy bastante buena. Dijo que no caben dudas que soy hija de mi padre. Que él es un excelente tirador y que eso es algo que supe heredar. Me sentí bastante bien con el reconocimiento que me hizo. ¿Es eso normal? ¿Es normal que alguien se sienta a gusto cuando le reconocen que es buena con las armas? Voy a intentar no pensar al respecto. Sí, mejor lo ignoro. Va a ser lo más sano.
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5 de Septiembre de 1978


Bueno, está oficialmente decidido. Algo me pasa con Mariano. Por más que intente, no puedo despegar los ojos de él, durante la clase. No sé, ni siquiera a los quince años me sentía de esta manera. El punto es, que no sé qué siento. Sólo estoy segura de algo, no puede ser amor. No, es muy poco tiempo para estar enamorada. Además, estoy grande para esas cosas.
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20 de Agosto de 1978


Últimamente no dejo de pensar en lo que Laura me contó. Eso, sumado a los entrenamientos y a la práctica de tiro al blanco, me tiene completamente distraída de la facultad. Puede que haber vuelto no haya sido la mejor decisión. Sin embargo, hay algo. No sé describir qué es, pero es bastante similar a lo que sentí el día que mi padre me llevó a la fábrica abandonada. Es como si sintiera que debo estar en la facultad. Intenté hablar con mi padre respecto a esto. Después de todo lo que vi hasta ahora, no me extrañaría que esto sea algo propio de los miembros de la Orden. No sé, como si el mundo estuviese tratando de decirte algo.
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12 de Agosto de 1978


Hoy no hubo entrenamiento. No me tocó correr ni disparar. Mi padre me programó una nueva cita con Laura. Esta vez fui sola. Me recibió con la misma amabilidad de la vez anterior. Estuvimos una vez más en la biblioteca de su casa.
Dijo que había algo muy importante que debía contarme. Algo que debía tener en cuenta para poder terminar de interpretar mi deber para con la Orden. Se trata sobre el Santo Grial. Según Laura, el Santo Grial todavía representa una amenaza, puesto que la Orden de los Arcángeles la sigue buscando. Y el motivo de que todavía la busque, es porque todavía existen descendientes de Simón. Todavía existe la línea de sangre que puede otorgarle la inmortalidad a quien la beba del Santo Grial.
Es por ello que mi misión, como la de todos los miembros de la Orden del Peregrino, es proteger a los herederos de Simón y así evitar que los Arcángeles consigan la pieza clave para poder alcanzar la inmortalidad.
Laura me mostró un dibujo. Es más o menos así.

DIBUJO DE LA CRUZ QUE TIENE PABLO EN LA ESPALDA (DIBUJAR Y SUBIRLA)

Dijo que todos los descendientes de Simón poseen esa marca en su cuerpo. Dijo que los Arcángeles están buscando desesperadamente a quien esté señalado por la marca. El problema es que no sólo los Arcángeles perdieron el rastro de la línea familiar. La Orden del Peregrino también extravió a los herederos.
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10 de Agosto de 1978


Hoy por primera vez, conocí a más miembros de la Orden, además de mi padre, mi tío y Laura. El tío Félix me llevó a practicar tiro al blanco. Ya era hora de que me enseñaran algo de verdad importante. No dudo de la relevancia de correr, pero es mucho más serio el asunto del arma. Allí, en el campo de tiro al blanco, una propiedad clandestina de la Orden, conocí a Lautaro y a Clara. Parecen buena gente. Deben serlo. La Orden no acepta a cualquier clase de miembros.
Resulta que disparar no es tan difícil como yo pensaba. Es todo cuestión de automaticidad. Una vez que memorizás el mecanismo, sólo es cuestión de tener suerte. Según el tío, bastante suerte. Porque dice que la cosa se complica cuando está tu vida de por medio, cuando apretar el gatillo un segundo más tarde, te puedo costar muy caro.
No fue hasta que me dijo eso, que pensé en mi propia vida. En qué pasaría con ella ahora, en qué pasaría con ella en el futuro. ¿Vale la pena preocuparme por cosas como la facultad, un título universitario o por formar una buena reputación en el trabajo? Quizás va siendo hora de admitir que las cosas cambiaron. Y que lo hicieron para siempre. Va siendo hora de admitir que no soy una mujer común y corriente.
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3 de Agosto de 1978


Luego de tanto debatir y debatir, me di cuenta de que en realidad deseaba volver a la facultad. Así que aproveché el cambio de cuatrimestre para reincorporarme a mis estudios. Debo reconocer que volver a ver a mis amigas nuevamente y sentir que el tiempo no había pasado, se sintió muy gratificante. Pero, de todas formas eso no fue lo más importante. Mierda, me siento como una adolescente de sólo pensarlo. Pero de nada sirve no escribirlo; va a seguir en mi cabeza, después de todo. El punto es que no puedo dejar de pensar en Mariano Guerrico, un nuevo compañero que se integró a la clase conjuntamente con mi regreso. Y ahora que veo escrita esta última oración, me siento todavía más boluda. Quizás no deba olvidar mi edad y el modo en el que debo comportarme. Además, es muy ridículo no parar de pensar en alguien con quien apenas intercambié unas cuantas palabras. Si mi padre leyera esta confesión, no dudaría en cagarme a pedos por ser tan infantil. Se supone que un miembro de la Orden debe tener sus pensamientos claros y libres de distracciones.
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10 de Julio de 1978


Hoy mientras corría, me di cuenta de algo que había estado ignorando. Quizás por falta de tiempo o por comodidad, pero preferí evitar el hecho de reconocer que estoy tomando todo esto con mucha naturalidad. Hasta hace unos meses, lo único que me preocupaba era la facultad, estar al día con las materias, demostrar un buen desempeño en el trabajo y tener tiempo para mi familia y mis amigos. Ahora, siento que todo eso pasó a un segundo plano. Me siento aquí y miro todo eso como si fuera otra vida, una vida que ya pasó, que quedó atrás. Y me pregunto si de verdad quedó atrás, o si yo quiero dejarla atrás. Me gustaría saber la respuesta. Nunca estuve tan confundida con mis propias sensaciones.
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5 de Julio de 1978


Jamás había corrido tanto en mi vida. No sabía que mi padre y el tío tuvieran tan buen estado físico. Y tampoco sabía que el mío es tan deplorable. Y nada más tengo 21 años. Creí que el entrenamiento iba a ser diferente. No sé, jamás se me había ocurrido que correr fuera una parte tan importante. De todas formas, ¿qué puedo saber yo? Soy nueva en esto.

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4 de Julio de 1978


Como miembro de la Orden del Peregrino, como heredera del legado de Simón el Justo y del resto de mi familia, mi deber es salvar al inocente y preservar el Santo Grial de las manos de los Arcángeles. Pero no voy a poder cumplir con ninguna de mis responsabilidades si ni siquiera puedo defenderme a mí misma. Es por eso que mi padre y el tío Félix van a entrenarme a partir de mañana. Quizás deba descansar bien esta noche. No quiero hacer un papelón en mi primer día de entrenamiento.
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21 de Junio de 1978


Me cuesta creer que todos los miembros de mi familia, o por lo menos todos los parientes por parte de mi padre, pasaron por esto mismo que yo estoy pasando ahora. Me pregunto si alguno más se preocupó en escribir todas sus sensaciones o si esta práctica adolescente es sólo mía. Intento imaginarme a mi abuelo metido en todo esto. Pero el simple recuerdo de un viejo senil, indefenso y amable me priva de la posibilidad de concebirlo como un miembro de esta Orden.
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20 de Junio de 1978


Junté el valor necesario para encarar a mi padre y exigir respuestas. Todavía me tiemblan las manos… No estoy acostumbrada a endurecer mi carácter frente a él. De todas formas, conseguí lo que buscaba, conseguí lo que Laura no supo o no quiso darme. Mi padre me explicó todo, sin secretos, sin ocultar piezas del rompecabezas.

(LINK AL COMIC)
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17 de Junio de 1978


Mi padre me llevó con Laura Chaves. Según tengo entendido, es una especie de escriba dentro de la Orden, alguien que registra cada acontecimiento, trascendental o no. En su casa hay una enorme biblioteca. La definió como “el documento centenario de la Orden”.
Y por primera vez desde mi cumpleaños, alguien me explicó concretamente de qué se trata la Orden. La Orden del Peregrino se inició con Simón El Justo, un caballero templario que procuró salvar al mundo de una terrible maldición. Supo al instante que era sólo un hombre y que no podría seguir con esa misión para siempre. Entonces fue que formó la Orden, transmitiendo sus principios a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Así, cada miembro tiene el deber de detener a la Orden de los Arcángeles. Laura se mostró reacia a hablar demasiado al respecto. Dijo que bastaba con que supiera que son una entidad secreta, con los mismos caracteres que la Orden del Peregrino. Sólo que del otro lado de la vereda.
Laura no supo que eso no me bastaba. Necesitaba saber más. Necesito saber más. Deberían entender que estoy tratando de asimilar algo que es imposible de creer. Y que por lo tanto requiero pruebas, requiero algo que me facilite la tarea de tragarme todo esto.
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23 de Mayo de 1978


Pasaron seis días desde la última vez que me animé a escribir algo en este diario, seis días desde mi cumpleaños. Ahora me siento lista para escribirlo. Aunque mi padre me remarcó la importancia de que esto debía ser conservando en secreto, siento la necesidad de transformar en palabras todo lo que vi esa noche. Quizás así, hasta lo comprenda mejor. Después de todo, este es mi diario íntimo. ¿Quién más podría leerlo?



Terminada la fiesta, mi padre dijo que iríamos por mi regalo. Así que nos subimos al auto y condujo hasta el otro lado de la ciudad. Guardó silencio durante todo el viaje y a mí no se me ocurría nada para decir. Estaba muy ocupada debatiendo qué sentir: si miedo o calma. Y es que mi cuerpo y mi mente decían que debía correr, que no quería quedarme ahí. Pero algo… no sé, algo me decía que todo estaba bien y que debía quedarme.
Nos detuvimos frente a una fábrica abandonada y caminamos hasta su interior. Dentro había un grupo no muy numeroso de personas. Allí reconocí al tío Félix y a Laura Chaves, una vieja amiga de mi padre; al resto, jamás los había visto. El tío Félix se acercó a mi padre, le entregó un recipiente con un líquido humeante, me miró y me sonrió; el estupor no me permitió devolverle la sonrisa. Mi padre dijo que podía explicarme todo, pero que prefería que lo viera con mis propios ojos. Que si quería conocer la verdad, debía respirar del vaho que emanaba de ese líquido, que tenía sumergidas unas cuantas hojas vegetales.
Y a pesar de que todo me decía que no lo hiciera… Respiré…
Siglos y siglos de historia pasaron frente a mis ojos. Lo vi, lo vi todo. Sentí la angustia, el miedo, el horror, el sufrimiento, el odio… Sentí la fuerza para redimir todo eso.
Caí desvanecida una vez que la alucinación finalizó (¿o debería decir visión?). Mi padre me tomó entre sus brazos, me miró fijamente a los ojos. Y me dijo cuatro palabras, sólo cuatro palabras que resuenan día y noche en mi cabeza. “Ese es tu legado”.
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22 de Mayo de 1978

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21 de Mayo de 1978

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20 de Mayo de 1978

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19 de Mayo de 1978

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18 de Mayo de 1978

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17 de Mayo de 1978


17 de  Mayo de 1978

Todavía estoy algo mareada. A pesar de sentirme cansada, no consigo dormir. Me cuesta creer que lo que vi es cierto. No puedo aceptarlo. ¿Cómo podría aceptarlo? ¿Cómo pongo en palabras lo que vi?

16 de Mayo de 1978


No importa en qué piense o qué haga. Lo único que se me viene a la cabeza son las palabras de mi padre: “Mañana voy a ayudarte a conocer la verdad”. ¿Verdad? ¿Qué verdad? ¿Qué pudo haberme ocultad todos estos años? ¿Y por qué necesariamente mañana? Repito una y otra vez en mi cabeza cada una esas preguntas. Y por más vueltas que le dé al asunto, no consigo darles una respuesta coherente… o por lo menos una incoherente. Tan pendiente estoy del tema, que ni siquiera puedo concentrarme en ultimar los detalles de mi fiesta. Cumplo veintiuno. ¿No se supone que eso sea lo más importante en este momento?
 
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